La eco-efectividad
es un paradigma propuesto por William McDonough y Michael Braungart para el diseño de nuestro mundo. Un diseño que considera la totalidad de la vida de los objetos, es decir, abarca
desde la visión del objetivo inicial hasta el producto o sistema que lo
compone y en lo que se puede descomponer y renacer. Esta perspectiva provoca algo completamente distinto a lo que conocemos. No propone soluciones necesariamente radicales, sino un cambio de
perspectiva. Una nueva perspectiva que debe seguir y conservar los ciclos de la
naturaleza y que debe verse no tanto como una disciplina, sino como una declaración
de compromiso.
La ecoeficiencia no cuestiona
las prácticas y métodos básicos que hasta ahora han contribuido a degradar el
planeta aunque gracias a la misma lo hagamos más despacio. En contraposición tenemos la eco-efectividad que tiene como principio trabajar sobre las cosas correctas –sobre los productos, los servicios y los
sistemas correctos, en lugar de hacer que las cosas incorrectas sean menos
malas. Una vez que se están haciendo las cosas correctamente, entonces sí tiene
sentido hacerlas “bien” con la ayuda de la eficiencia, entre otras
herramientas.
Un ejemplo en el campo de la habitabilidad que nos sirve para ilustrar este nuevo paradigma: la
diferencia entre un edificio ecoeficiente y la eco-efectividad, es la que
existe entre una vivienda iluminada con bombillas fluorescentes compactas de
baja consumo (porque el edificio tiene ventanas pequeñas, está mal orientado, etc.) al que ha sido diseñado para que sea soleado, repleto de luz natural y aire
fresco, en definitiva agradable para vivir.
(Cradle to
cradle, William McDonough y Michael Braungart)
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